¿Y qué pasa con los recursos urbanos?
11 septiembre, 2013La participación social, clave para impulsar el desarrollo rural
8 octubre, 2013Estos días andamos de lo más ajetreados presentando los resultados finales del proyecto BIOES2 , proyecto en el que hemos estado trabajando durante los últimos cinco años, y nos ha sorprendido encontrarnos con algunas reacciones entre el público, sinceramente, inesperadas.
Cierto es que no todo el mundo ha reaccionado de la misma forma pero, entre los aplausos y las alabanzas, nos quedamos con algunos aspectos negativos que deberían hacer pensar a la sociedad en la que vivimos, qué estamos haciendo tan mal y, sobre todo, las consecuencias irreparables que lo hecho está teniendo ya en nuestro entorno más inmediato.
No me voy a detener aquí a explicar en qué consiste el proyecto BIOES2 porque invito a los lectores a acudir a la página del proyecto y al blog en el que escribimos nuestras impresiones, aunque sólo diré que se trata de una iniciativa innovadora en la que hemos trabajado para obtener una metodología de cuantificación económica de los recursos del medio rural. El objetivo de esta metodología no es otro sino aportar herramientas, a las gentes de nuestros pueblos para que, si lo desean, puedan apostar por ellos y generar en ellos nuevas empresas a partir del mejor aprovechamiento de los recursos locales.
Pues bien, entre los foros donde hemos explicado nuestro proyecto nos han sorprendido dos tipos de públicos: el universitario y el neorrural. El primero es el claro ejemplo de la desmotivación y el desinterés más absoluto. El segundo refleja la incredulidad ya afianzada en el medio rural cuando sólo han recibido promesas pero, además, una cierta vanidad de quienes saber más de lo rural, por haber regresado a él con ideas preconcebidas y románticas.
Tras más de cinco años de experiencia en la gestión de un proyecto que, además, ha recibido la financiación de una entidad supranacional como es el Fondo Europeo Agrícola de Desarrollo Rural y del Gobierno español de turno, creo que tengo cierta autoridad para decir que hemos hecho un buen proyecto y que algo más no sólo sabemos sino hemos aportado a ese medio difícil pero apasionante que es el mundo rural. Y claro, sorprende encontrarse con un público universitario al que no le interesa lo más mínimo lo que le estás contando, a pesar de ser estudiantes de cuarto curso de carrera y, a pesar además, de que estás hablando de su territorio, de su provincia y de su entorno más inmediato. Si estos son los profesionales del futuro, aquellos que tienen que empatizar con los problemas de su medio de convivencia, que tienen que buscar soluciones para esos problemas, que deben enfrentarse a una realidad hostil normalmente. Si estos son los profesionales que nos ayudarán a crecer como colectivo y como sociedad, la verdad… me generan no poca inquietud y cierto temor. Entiendo y comprendo que no lo tienen fácil pero, visto lo visto y con ellos al frente de la maquinaria pesada, mucho me temo que el resto de los mortales, tampoco.
Y si del otro lado, en nuestros pueblos, nos encontramos con colectivos hartos de promesas, incrédulos ante cualquier nueva iniciativa, poco permeables al cambio y, aparentemente, más preocupados de sobrevivir a cualquier precio para mostrar algún triunfo personal que de adaptarse a las nuevas ideas y de intentar incorporar nuevas estretagias a su modelo de vida y de desarrollo rural, la verdad es que se hace difícil atisbar cualquier mejora o avance.
Creo que hay que revisar, debemos de revisar, muchos conceptos, muchas metodologías y algunos resultados. No es posible que, dentro del mismo contexto histórico y social y focalizados en modelos que hagan más habitable el medio rural en el que vivimos, vayamos por caminos tan alejados entre sí y con escasas vías de encuentro. Por el bien de nuestro medio rural, por el bien de nuestras gentes y, sobre todo, por el crecimiento de una sociedad que pide a gritos un cambio de modelo económico y la incorporación de nuevas formas de entender las relaciones sociales, económicas, culturales… tenemos que recuperar el espíritu de la cooperación, de la solidaridad, del análisis compartido, de la motivación social incorporando, en la medida de nuestras posibilidades, a todos esos jóvenes dispersos y desorientados a proyectos sostenibles de desarrollo que hagan más plural nuestro entorno global y, más fuerte, nuestro medio rural.
Santiago Algora[slideshow_deploy id=’3034′][slideshow_deploy id=’3034′]