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5 febrero, 2014Estos días asistimos, no sin cierta parsimonia, al cierre del periodo financiero plurianual 2007-2013 en la Unión Europea. Cuando aún son varias las convocatorias abiertas y, desde luego, muchas más las que todavía no se han resuelto y llevan un considerable retraso, es el momento de clausurar un periodo financiero europeo que ha dejado, al menos en España, importantes recursos en forma, sobre todo, de infraestructuras pero no sólo.
Hace unos días el Parlamento europeo aprobaba el nuevo Marco Financiero Plurianual, el gran presupuesto europeo, que regirá nuestras vidas entre el inminente 2014 y el año 2020. Andamos a vueltas con cambios de programas, reorganización de instrumentos financieros que pasan a formar parte de reacondicionados programas viejos, modernizados o, incluso, nuevos. Todo el mundo anda a la espera de las primeras convocatorias, con sus ordenadores encendidos y sus plumas preparadas para empezar a garabatear las primeras propuestas… En muchos países de la UE vivimos, además, inmersos en una crisis económica y financiera galopante y se detecta una creciente ola de antieuropeísmo que, por un lado, hace que algunos europeos estén esperando los nuevos fondos de la UE como agua de mayo para ver qué se puede rascar y, otros, la mayoría seguramente, las elecciones europeas de la próxima primavera para no votar o para castigar a esa Europa que nos ahoga sin piedad utilizando para ello a títeres nacionales.
El caso es que mientras en las instituciones de la UE se discute, se termina de negociar y se vota, la sensación de que lo que en Europa se hace está lejos de los ciudadanos es creciente, incluso, entre aquellos que en algún momento han recibido algún tipo de apoyo económico por parte de la UE. Y es que, si algo falla en la UE, esa es a mi juicio, la política de comunicación.
En países como España, Portugal o Grecia muchos son los ciudadanos que creen que ahora, en el momento que empiece a caminar el nuevo 2014, la UE cierra su grifo y nos vamos a quedar a verlas venir. ¿La razón? que han oído que se van a recortar los fondos pero nadie sabe ni los motivos ni la incidencia real de esos cortes y, mucho menos, si es un recorte real y si afecta a todo por igual.
Mientras tanto, una enorme cantidad de la población ni siquiera conoce que la UE pone a disposición de los ciudadanos de los 28 Estados Miembros importantes recursos económicos para desarrollar iniciativas innovadoras en muchos campos distintos. Y esto lo va a seguir haciendo también a partir del 1 de enero de 2014. A la vez, la UE postpone sus decisiones y diseña y redacta textos insufribles, vagos, generalistas, de difícil interpretación que contribuyen a generar el caos y el progresivo alejamiento de una buena parte de la sociedad civil europea de aquello que genera ciertas posibilidades de avanzar en nuestros países comunitarios. Y, por si fuera poco, no son pocos los iluminados que van vendiendo por ahí, como chatarreros al por mayor, que la UE tiene fondos de sobra para que, por ejemplo, los pobres y descapitalizados ayuntamientos españoles puedan pedirlos como si de abrir una fuente de maná se tratase y… problemas solucionados.
El «totum revolutum» que hay en relación con la política financiera de la UE, el modelo de gestión de sus fondos, el acceso a los mismos, la posibilidad de concurrir a ellos y el uso que se les debe dar es tal… que más le valía a los 28 ponerse a trabajar sobre ello y hacer que esos recursos económicos fueran más accesibles a los ciudadanos y más comprensibles y, sobre todo, intentar acallar a filibusteros y embaucadores políticos y no políticos, con argumentos consistentes y con sólidas campañas de información que eviten el desconocimiento y el caos que hay, ahora mismo, sobre los fondos europeos y su incidencia real en las sociedades comunitarias.